El Eternauta hoy: instrucciones de uso
En donde se recuperan datos falopa sobre la historia editorial del Eternauta pensando en la manija que nos da que ya salga la serie de Netflix
Héctor Germán Oesterheld fue geólogo, cuentista, guionista, padre, trabajador de YPF, lector voraz y jefe de prensa de la organización Montoneros. Nació el 23 de julio de 1919. Estudió en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires mientras trabajaba como corrector. Sus primeros trabajos como escritor a mediados de los 40 fueron para las editoriales Codex y Abril, donde publicó relatos infantiles y de divulgación científica. En 1951 publicó sus primeros guiones de historieta para Abril. En 1955, después de haber creado para la revista Misterix a los exitosos títulos Bull Rocket y Sgt Kirk, fundó la editorial cooperativa Frontera, donde comenzó publicando versiones noveladas de esos personajes. El éxito hizo que en 1957 decidieran expandirse y publicar las revistas de historietas Frontera, Hora Cero, Hora Cero Extra y Hora Cero Semanal, en cuyo primer número comenzaba a publicarse por primera vez, entre otras, El Eternauta. Los guiones de todas las historietas estaban a su cargo, mientras que la promesa para los dibujantes era que la editorial, una vez afianzada, pagaría el mejor precio del mercado por las páginas; unos meses después de concluida la seralización de “El eternauta” cerraba “Hora Cero Semanal” (cuyo precio de tapa había aumentado de $1,50 a $4), y poco después, ya en 1960, y después de que el país ingresara al fondo monetario internacional, el agresivo plan de ajuste implementado por Arturo Frondizi y una merma en la calidad gráfica debido a que los dibujantes comenzaron a trabajar para revistas del exterior que pagaban mucho mejor, Frontera quebró. Oesterheld vendía los derechos de los personajes que había creado para pagar deudas y comenzaba así su etapa freelance.
Quizás El Eternauta no haya sido su mejor historieta (por un montón de factores creo que el premio se lo lleva Mort Cinder, dibujada por Alberto Breccia), pero muy probablemente haya sido la historieta de su vida. A diez años de concluida, y a dos años de la Bienal de Arte del Instituto Di Tella en la que la historieta argentina en general y los nombres de Breccia y HGO en particular eran canonizados por la organización del evento que comandaba Oscar Masotta, la revista Gente contrató a HGO y a Breccia en plan supergrupo para reescribir la historia, que llegaría a las calles el mismo día que el Cordobazo sacudía todo. Y acá empieza una constante en el derrotero de la historia todavía en proceso de El Eternauta: la de decir algo más, algo nuevo pero que al mismo tiempo ya estaba ahí, esperando a ser encontrado en una relectura. La reversión de 1969 es, al igual que la primera, la historia de cómo un grupo de amigos intenta sobrevivir a una catástrofe ominosa y plantar resistencia a una invasión extraterrestre contada desde las calles de Buenos Aires aglutinados por la confianza mutua y sostenidos por el heroísmo de la desesperación ante lo desconocido. Pero en la nueva versión hay un pequeño cambio que trastoca todo y trae una geopolítica diferente a esa Argentina conjetural e invadida: las potencias del norte, para salvar la ropa, negocian con los alienígenas la entrega del sur global. En ese nuevo marco, Juan Salvo peleará la batalla de la General Paz al ladito del Monumental, establecerá ese vínculo empático tan humano con el Mano moribundo, descubrirá la amenaza expansiva de los Ellos, llegará al comando central enemigo en la Plaza del Congreso, subirá a la nave invasora y vagará por la eternidad en busca de Elena y Martita. La nueva circunstancia de producción ocasiona desplazamientos de sentidos en el viejo texto que HGO capta rápido y sobre todo revela un elemento que HGO considera crucial: la historia debe ocurrir necesariamente en el presente. El Viejo sabía que un punto fuerte del efecto de la historieta cataliza en ese pequeño loop temporal entre la escena del relato y la peripecia de Salvo y compañía. La revista Gente canceló el proyecto de apuro, después de 18 entregas. Algo de todo esto habrá influido en la decisión.
Mencioné el Cordobazo porque esta primera relectura oesterheldiana de su obra se da en un momento muy candente (todavía más) de la historia argentina y mundial: la revolución cubana había dado un impulso a las ideas antiimperialistas de América Latina, luego de la consolidación de la URSS y de la revolución cultural China que ofrecían un marco alternativo y socialista al funcionamiento del sistema mundo, y la evolución de la política (interrumpida y sesgada por la acción psicológica, económica y represiva de las Fuerzas Armadas en alianzas de distinto signo con las élites del país) encontraba ahí un vector de inspiración e impulso a distintas estrategias populares de transformación de la realidad. Pero también lo mencioné porque en el contexto de nuestro país fue el evento que precipitó el fin a la dictadura de Onganía e inauguró una serie de puebladas en las que se tramó un espíritu de resistencia transversal que fue el problema de gobernanza a resolver para nuestras élites durante los años que vendrían. La aceleración de la violencia política en la época es pasmosa: un año después del cordobazo irrumpía en la esfera pública la organización Montoneros, brazo armado de la Juventud Peronista Revolucionaria, con el asesinato de Pedro Eugenio Aramburu, en cuya presidencia, desencadenada por el bombardeo a la Plaza de Mayo que decantaría en diez años de proscripción del peronismo, se publicó la versión original del Eternauta.
En 1970 ocurrió también que la obra de Breccia, y en particular esa reversión trunca del Eternauta, recibió un amplio reconocimiento en Italia, España y Francia, lo cual abrió las puertas para una canonización europea de la original a cargo de Solano López y decantaría en la recopilación en libro para la industria local. En esa vuelta al Eternauta de 1975, y ya formando parte de la organización Montoneros, HGO produce aquel famoso prólogo que destaca que la prevalencia del “héroe colectivo” en la historia le surgió casi por casualidad. Desde ya que, si bien es discutible en términos formales (el relato tiene un protagonista claro que se llama Juan Salvo y su heroísmo es indiscutible, aunque no sea el único que realice acciones de ese tipo), esa vuelta a la obra 20 años después de producida descubre algo nuevo para ese nuevo tiempo y su circunstancia.
Una lectura apurada de la segunda parte, producida por HGO y su antiguo coequiper Solano López en 1976, puede dar cuenta fácilmente de dos cosas: por un lado, que Oesterheld, en esa forma arremolinada y poco estridente que tiene para hacer llegar a los personajes al futuro, necesita pasar por el presente y recordar la historia editorial de la primera parte (un momento casi cervantino del relato), y que en esa nueva vuelta el personaje, que va a comandar una revuelta insurgente en el año 2100, adquiere una moral diferente, con una mentalidad mucho más militarista y apuntada a cumplir el objetivo sin importar las pérdidas. Aún con resistencias ideológicas de Solano, según se cuenta siempre, HGO dictó los guiones por teléfono desde la clandestinidad. Se sabe que fue desaparecido por un grupo de tareas en La Plata, se calcula que fue un 26 o 27 de abril. No hay datos porque la represión organizada por el Estado también era clandestina: sólo quedan testimonios de sobrevivientes que lo vieron en más de un chupadero del circuito de centros de detención de la Provincia de Buenos Aires.
La segunda parte del Eternauta se terminó de publicar en la revista Skorpio con Oesterheld ya desaparecido.
Recupero este tema de las temporalidades porque incluso en la versión original la resistencia y el llamado a la acción evidentemente tienen un sentido y un espesor que ya a HGO le interesó recuperar e intensificar en las reescrituras. Pero también porque hay un dato de producción de los pocos que se conocen de la serie de Netflix que implica precisamente eso: Stagnaro y el equipo de guionistas plantearon un Eternauta del siglo XXI, un Juan Salvo de 2025, protagonizado por ex combatientes de Malvinas. Hay toda una operación enorme ahí que hay que esperar a que salga la serie para saber qué tan bien quedó, pero inicialmente, además de darle un espesor político y actualidad absolutas, es el mismo gesto de HGO en todas sus vueltas al personaje: si, claro, ya dije que hay algo del efecto del relato que se juega en anclarlo en el hoy, pero también hay algo que me parece muy sintomático ahí. Hay algo de todos esos tiempos que se anudan en El Eternauta (la revolución libertadora, el onganiato volteado por el cordobazo, la dictadura genocida del ‘76 que desapareció a HGO, Malvinas) que pareciera estar esperando para emerger junto con cada iteración. El tiempo que propone el Eternauta es un presente ensanchado, atravesado por la suma de tiempos en los que la historieta reencarnó, que mira hacia el futuro y pone en duda su irreversibilidad porque llama a la acción. Y eso me parece interesante para ver cómo funciona hoy, que el tiempo pareciera estar empobrecido por el aislamiento y modulado o por la aceleración incesante de internet o por la de los mercados financieros y sin embargo no parece haber otra cosa que un densísimo ahora al que no le percibimos un más allá.
¿Será posible que por un rato nos interpelen las preguntas, ansiedades y potencias que habitan en esas temporalidades pasadas que el Eternauta atrae y condensa? ¿Será posible?
Bueno, si llegaste hasta acá: gracias. Una motivación que tengo para escribir es la obsesión, y me está obsesionando bastante la historia. Seguro estoy hablando de un montón de cosas que ya se dijeron mil veces.
Esta semana sale la serie y estoy re manija desde que vi el primer teaser. Netflix va a sacar todos los capítuos juntos, porque su juego traccionado por el hype es que nos atragantemos mirando para gambetear el FOMO y los spoilers. Que se vayan a cagar, yo me voy a tomar mi tiempo. Así que no prometo que el próximo correo venga con comentarios sobre la serie, pero si el visionado me arrebata no voy a tener más remedio que proceder.
Mientras tanto, estoy leyendo Tokyo days de Taiyo Matsumoto, la segunda parte del Eternauta, Glosa de Saer y, Adam Smith en Pekín de Arrighi y Psicopolítica del coreano Han. No esperen que escriba nada orientado a eso, pero esto se llama “diario de lecturas” así que creo que tengo que contarlo.
Hasta la próxima.
Acabo de terminar la serie esta semana con mi familia aquí en CABA y nos encantó. Como migrante a AR hace muchos años El Eternauta siempre ha sido una figura cultural mítica para mi y me gustó mucho tu resumen. Pienso intentar explicar unos aspectos de su importancia en una serie de notas en inglés. Quisiera consultar si podría usar tu resumen de su bio y trayectoria ?(en inglés, con parafraseo y citándote, por supuesto) y espero que nos brindes otro comentario cuando has podido ver la serie.
que beioooo gracias